En un reino muy lejano, había una montaña llamada Montaña de Fuego. En su cima, vivía un dragón llamado Drako. Pero Drako no era un dragón cualquiera; era un dragón que tenía un don especial: podía controlar el fuego con su aliento y también tenía un corazón de oro. Aunque algunos aldeanos le temían, Drako nunca quiso hacer daño a nadie.

Un día, el rey del reino, el Rey Arturo, anunció un gran problema: una enorme tormenta había destruido todos los cultivos y el pueblo estaba quedándose sin alimentos. Además, se acercaba el invierno, y sin suficiente comida, muchos podrían pasar hambre. El rey pidió ayuda a todos los habitantes, pero nadie sabía qué hacer.

Entonces, un joven valiente llamado Lucas se ofreció para buscar ayuda. Recordó haber oído historias sobre Drako, el dragón de la Montaña de Fuego, y decidió ir a pedir su ayuda, aunque otros intentaron disuadirlo. Lucas no se dejó intimidar por las leyendas, y con determinación, subió la montaña.

Cuando llegó a la cueva de Drako, Lucas encontró al dragón durmiendo. Con cautela, se acercó y explicó la situación. Drako, al escuchar sobre el problema, decidió ayudar. Utilizando su control sobre el fuego, Drako ayudó a derretir el hielo y la nieve en las tierras más altas, permitiendo que el agua fluyera hacia los campos del reino. Así, las tierras, que antes estaban secas, se llenaron de agua y pudieron sembrar nuevamente.

Con la llegada de la primavera, los cultivos crecieron rápidamente gracias al agua que Drako había proporcionado. El reino se salvó de la hambruna y los aldeanos pudieron recoger una abundante cosecha.

El Rey Arturo agradeció a Lucas y a Drako por su valentía y generosidad. Desde entonces, Drako fue considerado un héroe en el reino y los aldeanos ya no le temían. De hecho, muchos comenzaron a visitarlo en la Montaña de Fuego, trayéndole regalos y agradecimientos.

Lucas y Drako se convirtieron en grandes amigos y, juntos, vivieron muchas más aventuras, ayudando al reino y mostrando que, a veces, los seres más temidos pueden ser los más nobles de corazón.

Y así, el reino prosperó y Drako, el dragón de la Montaña de Fuego, fue recordado como un héroe por siempre.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.