Había una vez, en un pequeño pueblo, un niño llamado Max y su mejor amiga, una gatita llamada Luna. Max y Luna eran inseparables y siempre soñaban con grandes aventuras. Un día, mientras jugaban en el jardín, encontraron un cohete espacial brillante detrás de unos arbustos.
"¡Mira, Luna! ¡Es un cohete espacial! ¡Vamos a explorar el espacio!" dijo Max emocionado.
Luna maulló de acuerdo, y juntos subieron al cohete. Dentro, encontraron botones de todos los colores y una gran pantalla que decía "¡Listo para despegar!".
Max presionó el gran botón rojo y el cohete comenzó a temblar. "¡Despegando en 3, 2, 1...!" Y en un abrir y cerrar de ojos, el cohete voló hacia el cielo, dejando atrás la Tierra y dirigiéndose al espacio.
Mientras volaban, Max y Luna miraron por las ventanas y vieron planetas de todos los colores, estrellas brillantes y cometas que dejaban una estela de luces. El cohete aterrizó suavemente en un planeta que parecía hecho de golosinas. Todo era de colores brillantes y olía a dulce.
Max y Luna salieron del cohete y fueron recibidos por unos pequeños alienígenas amigables. Los alienígenas tenían antenas brillantes y sonreían ampliamente. "¡Bienvenidos al Planeta Dulzura!" dijeron.
Max y Luna estaban maravillados. Los alienígenas los invitaron a una fiesta donde todo estaba hecho de dulces. Había árboles de caramelos, ríos de chocolate y flores de gominola. Max comió una nube de algodón de azúcar, y Luna se relamió con una fuente de leche de colores.
De repente, el cielo del Planeta Dulzura se oscureció. Una gran nave espacial apareció, pilotada por un alienígena no tan amigable llamado Señor Agrio. "¡He venido a robar todos los dulces!" dijo con una voz fuerte y ruda.
Max y Luna no podían permitirlo. Max tuvo una idea. "Señor Agrio, ¿por qué no pruebas un poco de los dulces? ¡Seguro que te pondrán de buen humor!"
El Señor Agrio dudó, pero decidió probar una galleta de estrellas. En cuanto la probó, su expresión cambió. Su cara se iluminó con una sonrisa y sus ojos brillaron de felicidad. "¡Nunca había probado algo tan delicioso!" exclamó.
Los alienígenas del Planeta Dulzura aplaudieron y celebraron. El Señor Agrio se disculpó por su comportamiento y prometió ser siempre amable y compartir los dulces con todos. La fiesta continuó y ahora todos disfrutaban juntos, felices y contentos.
Max y Luna subieron de nuevo a su cohete, despidiéndose de sus nuevos amigos. "Gracias por todo, amigos. ¡Volveremos a visitarlos!" prometió Max.
El cohete despegó y regresó a la Tierra. Max y Luna aterrizaron suavemente en su jardín, justo a tiempo para la cena. "¡Qué aventura tan increíble!" dijo Max mientras acariciaba a Luna.
Y colorín colorado, este cuento espacial se ha terminado.
Bianney es una viajera del mundo, y una amante de la risa. Su sueño es simple: llevar un poquito de alegría y conocimiento a niños de cada rincón del planeta. Detrás de esta página, hay una ingeniera que sigue su propio cuento de hadas, viajando de un lugar a otro en su furgoneta camper, con su computadora mágica y su deseo de hacer el mundo un lugar más divertido.
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