Había una vez, en un país llamado Estados Unidos, una mujer muy valiente llamada Rosa Parks. Rosa vivía en una época en la que las personas no eran tratadas por igual debido al color de su piel.

En esos días, había leyes muy injustas que separaban a las personas según su raza. Por ejemplo, en los autobuses, los asientos en la parte delantera eran para las personas blancas, y los asientos en la parte trasera eran para las personas negras. Si el autobús se llenaba, las personas negras tenían que levantarse para dar su asiento a las personas blancas.

Un día, Rosa estaba muy cansada después de un largo día de trabajo. Subió al autobús y se sentó en un asiento reservado para las personas negras.

A medida que el autobús avanzaba, se llenó de gente, y el conductor le pidió a Rosa que se levantara y le dejara su asiento a una persona blanca. Pero Rosa, aunque estaba cansada físicamente, sabía que estaba más cansada de la injusticia. Así que dijo con firmeza: "No, no me voy a levantar."

El conductor del autobús llamó a la policía, y Rosa fue arrestada. Aunque fue un momento difícil para ella, Rosa no se rindió, porque sabía que lo que había hecho era importante. Su valentía inspiró a muchas otras personas a luchar contra las leyes injustas.

Gracias a Rosa y a muchas personas que la apoyaron, esas leyes injustas comenzaron a cambiar. Poco a poco, la gente empezó a entender que todos deberían ser tratados con igualdad, sin importar el color de su piel.

Rosa Parks no solo se convirtió en un símbolo de valentía, sino también en una heroína que ayudó a cambiar el mundo para mejor.

Y así, Rosa Parks, con un simple "no", ayudó a construir un mundo más justo para todos.