Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, una niña llamada María. María tenía cinco años y le encantaba explorar la naturaleza que rodeaba su hogar. Un día, mientras caminaba por el bosque con su perrito Max, encontró algo muy especial: una antigua puerta de madera escondida entre los árboles.
María, llena de curiosidad, empujó la puerta y se encontró en un hermoso jardín que nunca había visto antes. Las flores eran de colores tan brillantes que parecían sacadas de un sueño, y había mariposas de todos los tamaños y colores revoloteando por todas partes. En el centro del jardín, había un lago cristalino con agua tan clara que podía ver hasta el fondo.
Mientras María exploraba el jardín, se encontró con una pequeña hada llamada Lila. Lila era del tamaño de una mano, con alas brillantes y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. Lila le explicó a María que el jardín era un lugar mágico donde solo podían entrar aquellos con corazones puros y llenos de bondad.
Lila y María se hicieron amigas rápidamente. Lila le mostró a María todos los rincones secretos del jardín, donde había animales amistosos como conejitos, ardillas y pajaritos que cantaban las melodías más dulces. También le contó una leyenda muy especial: se decía que, en el centro del lago, vivía un pez dorado que podía conceder un deseo a quien fuera lo suficientemente valiente para encontrarlo.
Con la ayuda de Lila y Max, María decidió intentar encontrar al pez dorado. Caminó alrededor del lago, buscando pistas y disfrutando de la belleza del lugar. Finalmente, vio un destello dorado en el agua. María se acercó con cuidado y vio al pez dorado nadando tranquilamente.
El pez dorado le sonrió y le dijo: "Hola, María. Has encontrado mi hogar. Por tu valentía y tu corazón bondadoso, te concederé un deseo. Pide lo que más desees."
María pensó por un momento y luego dijo: "Deseo que este jardín mágico sea un lugar donde todos los niños del mundo puedan venir y ser felices, igual que yo."
El pez dorado asintió y, con un brillo de sus escamas, concedió el deseo de María. Desde ese día, el jardín mágico se convirtió en un lugar donde todos los niños que necesitaban un poco de alegría podían visitar, jugar y hacer nuevos amigos.
Y así, María y Lila siguieron disfrutando de sus aventuras en el jardín mágico, sabiendo que habían hecho del mundo un lugar un poquito mejor.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Bianney es una viajera del mundo, y una amante de la risa. Su sueño es simple: llevar un poquito de alegría y conocimiento a niños de cada rincón del planeta. Detrás de esta página, hay una ingeniera que sigue su propio cuento de hadas, viajando de un lugar a otro en su furgoneta camper, con su computadora mágica y su deseo de hacer el mundo un lugar más divertido.
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