Había una vez, en un reino muy lejano, una pequeña princesa llamada Isabella. Isabella tenía cuatro años y vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines llenos de flores de todos los colores.
Una mañana, mientras jugaba en el jardín, Isabella encontró una mariposa dorada. La mariposa era tan brillante que parecía estar hecha de luz. Curiosa, la pequeña princesa la siguió hasta un rincón del jardín que nunca antes había explorado. Allí, detrás de un viejo rosal, descubrió una puerta pequeña y dorada.
Con cuidado, Isabella abrió la puerta y encontró un sendero que conducía a un bosque encantado. Decidió seguir el sendero, y pronto llegó a un claro donde se levantaba un gran árbol con una casa en sus ramas. De la casa salió una hada con un vestido rosa y alas plateadas.
"Hola, pequeña princesa," dijo el hada con una sonrisa. "Soy el Hada Lucía. He estado esperando a alguien valiente como tú."
Isabella, un poco tímida, preguntó: "¿Por qué me esperabas, Hada Lucía?"
"En este bosque, hay muchos animales que necesitan ayuda. Tú eres la princesa más valiente y bondadosa, y sé que puedes ayudarlos," respondió el hada.
La princesa Isabella aceptó la misión del hada y comenzó su aventura. Primero, ayudó a un conejito a encontrar su madriguera. Luego, encontró a una mamá pájaro que había perdido a sus pajaritos y la ayudó a reunirlos. Más tarde, ayudó a un cervatillo que se había lastimado una pata.
Cada vez que Isabella ayudaba a un animal, el hada Lucía aparecía y le regalaba una pequeña estrella dorada. Cuando terminó de ayudar a todos los animales, tenía cinco estrellas doradas en sus manos.
El Hada Lucía volvió a aparecer y le dijo: "Eres una princesa muy especial, Isabella. Estas estrellas son para ti, como agradecimiento por tu bondad y valentía."
Isabella sonrió y guardó las estrellas en su bolsillo. El hada la acompañó de regreso al castillo, y antes de despedirse, le susurró: "Siempre recuerda, pequeña princesa, que la bondad y el valor son los tesoros más grandes que puedes tener."
Esa noche, Isabella se durmió abrazando su almohada, con una gran sonrisa en su rostro y soñando con más aventuras en el bosque encantado. Sabía que siempre podía contar con el Hada Lucía y su propio corazón valiente para ayudar a quien lo necesitara.
Y así, en el reino lejano, la pequeña princesa Isabella vivió feliz y orgullosa de ser una princesa bondadosa y valiente. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Bianney es una viajera del mundo, y una amante de la risa. Su sueño es simple: llevar un poquito de alegría y conocimiento a niños de cada rincón del planeta. Detrás de esta página, hay una ingeniera que sigue su propio cuento de hadas, viajando de un lugar a otro en su furgoneta camper, con su computadora mágica y su deseo de hacer el mundo un lugar más divertido.
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