Había una vez una niña llamada Camila que vivía en una pequeña casa en lo alto de una colina. Desde su ventana, Camila podía ver el cielo nocturno lleno de estrellas, y cada noche se dormía soñando con volar entre ellas. Camila era una niña muy curiosa y siempre tenía grandes ideas, pero a veces no escuchaba a sus padres cuando le daban consejos.
Un día, Camila escuchó a sus padres hablar sobre una lluvia de estrellas fugaces que ocurriría esa noche. Le dijeron que podría verlas desde la ventana, pero que no debía salir sola al jardín porque estaba muy oscuro y era peligroso. Sin embargo, cuando llegó la noche y Camila vio las primeras estrellas fugaces cruzar el cielo, la emoción fue tan grande que no pudo resistir la tentación de salir al jardín.
"Solo un ratito", pensó Camila mientras se deslizaba fuera de la casa sin que sus padres se dieran cuenta. El jardín estaba envuelto en sombras, pero el cielo brillaba con la luz de las estrellas que caían como pequeños destellos. Camila corría de un lado a otro, tratando de atraparlas con sus manos, aunque sabía que era imposible. Estaba tan concentrada en las estrellas que no notó cómo se alejaba cada vez más de la casa.
De repente, el viento comenzó a soplar fuerte, y las estrellas dejaron de caer. Camila se dio cuenta de que estaba sola en el bosque, rodeada de oscuridad. El camino de regreso a casa parecía haberse desvanecido, y el miedo comenzó a crecer en su corazón. Camila se sentó en el suelo y empezó a llorar, deseando haber escuchado a sus padres.
Mientras lloraba, Camila escuchó un suave susurro en el viento, y al levantar la vista vio una pequeña estrella que brillaba con más intensidad que las demás. La estrella comenzó a moverse, guiando a Camila de regreso hacia su casa. Camila la siguió, y pronto vio la luz de su ventana, donde sus padres la esperaban, preocupados.
Cuando Camila llegó a casa, su mamá la abrazó fuerte y le dijo: "Camila, entendemos que te guste explorar y vivir aventuras, pero por eso estamos aquí para cuidarte. No es malo soñar en grande, pero también es importante que nos escuches para que puedas hacerlo de manera segura".
Camila comprendió que sus padres siempre querían lo mejor para ella, incluso cuando le ponían límites. Desde esa noche, Camila siguió soñando con las estrellas, pero siempre se aseguraba de escuchar a sus padres y respetar sus consejos. Y aunque las estrellas fugaces seguían siendo un misterio, sabía que algún día, con la ayuda de sus padres, podría descubrir todos los secretos del cielo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Que las estrellas te guíen hacia dulces sueños. ¡Buenas noches!
Bianney es una viajera del mundo, y una amante de la risa. Su sueño es simple: llevar un poquito de alegría y conocimiento a niños de cada rincón del planeta. Detrás de esta página, hay una ingeniera que sigue su propio cuento de hadas, viajando de un lugar a otro en su furgoneta camper, con su computadora mágica y su deseo de hacer el mundo un lugar más divertido.
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