En un pintoresco pueblo rodeado de montañas y bosques antiguos, vivía Javier, un niño inteligente y lleno de ideas. Javier era valiente, siempre dispuesto a aceptar cualquier desafío, y le encantaba resolver acertijos por su cuenta. Sus padres lo admiraban por su creatividad, pero a menudo le recordaban que ser independiente no significaba dejar de escuchar los consejos de quienes lo querían. Javier, sin embargo, solía pensar que podía manejarlo todo solo.
Un día, mientras exploraba una parte desconocida del bosque, Javier se topó con una gran entrada de piedra escondida entre los árboles. Sobre el portón, había una inscripción que decía: "Solo aquellos que escuchan con el corazón encontrarán la salida". Intrigado, Javier decidió entrar, sin decirle a nadie a dónde iba.
Dentro, descubrió un laberinto enorme con muros de piedra que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Al principio, Javier estaba emocionado; le encantaban los desafíos y se sentía seguro de que podría encontrar la salida sin ayuda. Tomó varias decisiones rápidas, girando aquí y allá, Pero pronto, los pasillos comenzaron a parecerle todos iguales, y se dio cuenta de que estaba completamente perdido.
El sol comenzó a descender, y las sombras del laberinto se volvieron más largas y aterradoras. Javier empezó a sentir miedo. Por primera vez, se arrepintió de no haber escuchado a sus padres antes de aventurarse solo en un lugar desconocido.
Mientras se sentaba en una esquina, tratando de encontrar la salida, recordó las palabras de sus padres: "No es malo ser valiente y tener ideas propias, pero también es importante escuchar cuando te damos un consejo, porque siempre queremos lo mejor para ti". Javier se dio cuenta de que, aunque era capaz de tomar decisiones, a veces era necesario considerar lo que otros, especialmente sus padres, tenían que decir.
Cerró los ojos, tratando de calmarse, y en ese momento sintió una voz interior que le decía: "Escucha". Decidió no guiarse por la prisa o el miedo, sino por esa voz que le recordaba las enseñanzas de sus padres. Lentamente, comenzó a tomar decisiones más pensadas, retrocediendo cuando era necesario, y pronto empezó a encontrar su camino.
Finalmente, después de un largo recorrido, Javier encontró la salida del laberinto. Sus padres estaban allí, esperándolo, con sonrisas de alivio y orgullo. Javier corrió hacia ellos y les dijo: "Tenían razón, escuchar no me hizo menos valiente, sino más sabio".
A partir de ese día, Javier siguió aceptando desafíos, pero siempre recordando que escuchar a quienes lo amaban lo hacía más fuerte. Su rebeldía no desapareció, pero estaba controlada, ya que sabía cuándo seguir su propio camino y cuándo apoyarse en los demás.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. ¡Que tengas dulces sueños, con el corazón y los oídos siempre abiertos a la sabiduría de quienes te aman! ¡Buenas noches!
Bianney es una viajera del mundo, y una amante de la risa. Su sueño es simple: llevar un poquito de alegría y conocimiento a niños de cada rincón del planeta. Detrás de esta página, hay una ingeniera que sigue su propio cuento de hadas, viajando de un lugar a otro en su furgoneta camper, con su computadora mágica y su deseo de hacer el mundo un lugar más divertido.
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